Bajo el lema «Light Up», la ceremonia inaugural del congreso «I Will Go 2025» en la Universidad Adventista de Chile fusionó simbolismo, emoción y un potente llamado a la acción, encendiendo la chispa de un compromiso misionero que busca iluminar el mundo.
Bajo un cielo brumoso y un sol que se apaga en el horizonte, el campus de la Universidad Adventista de Chile (UNACH), ubicada en la ciudad de Chillán, Región de Ñuble, se vistió de gala este miércoles 22 de octubre para ser el escenario privilegiado de un momento histórico: la ceremonia de apertura del congreso «I Will Go – Light Up 2025”, uno de los principales eventos del Servicio Voluntario Adventista en Sudamérica. Desde primeras horas de la tarde, un río de rostros expectantes y diversas culturas comenzó a fluir hacia el frontis del escenario principal, transformando el ambiente tranquilo del recinto universitario en un hervidero de alegría contenida, cálidos reencuentros y la energía palpable de miles de jóvenes expectantes.


El aire, impregnado de un espíritu de comunión y anticipación, era tan tangible como la brisa que mecía las banderas. Con el recinto completamente colmado, las luces se atenuaron suavemente, sumergiendo a la multitud en una penumbra expectante. Un silencio respetuoso, cargado de emoción, cedió su lugar a la potencia de un video de cuenta regresiva que, con sus segundos implacables, sumergió a todos en la inminencia del comienzo. No fue un simple preludio, sino la primera inmersión en un viaje sensorial. Acto seguido, una serie de videos de impacto, con narrativas visuales que transitaban desde las catástrofes que aquejan a la humanidad hacia un mensaje de esperanza irreductible, prepararon el corazón de los asistentes. Estas proyecciones, acompañadas de una banda sonora envolvente, no se limitaron a las pantallas principales, sino que crearon un circuito cerrado de experiencia, unificando la mirada de todos hacia un mismo sentimiento: la urgencia de la misión.


La procesión de las banderas constituyó, sin duda, uno de los segmentos más vibrantes y coloridos de la velada. Representantes de las 18 uniones de la División Sudamericana, ataviados con sus trajes típicos o uniformes distintivos, desfilaron con orgullo y solemnidad por el pasillo central en un orden alfabético que era un reflejo del orden y la diversidad de la grey adventista. La Unión Argentina abrió el camino, seguida por las representaciones de Bolivia, Brasil en sus múltiples uniones, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay, y la singular alianza de Costa Rica y República Dominicana, hasta llegar a la anfitriona, la Unión Chilena. Cada bandera, un mosaico de colores y símbolos, se alzaba no solo como un emblema nacional, sino como un testimonio silencioso del alcance global de la iniciativa y de la riqueza multicultural que fortalece a la comunidad. La ovación, cálida y constante para cada una, estalló en un crescendo emocionante para la bandera chilena, anfitriona de tan distinguida cita. Tras el desfile, en una coreografía cargada de significado, todas las delegaciones volvieron a ingresar para posicionarse en el frontis del escenario, mientras administradores, líderes de Jóvenes Adventistas y rectores se unían en tarima, creando una imagen poderosa de unidad frente al mundo.



Fue entonces cuando la ceremonia transitó de lo protocolario a lo profundamente convocante. Tomaron la palabra los pastores Stanley Arco, Edward Heidinger, Edson Medeiros y el Pr. Antonio Parra, quienes junto al pastor Aldo Muñoz, dieron vida al mensaje central «Light Up». Esta no fue una expresión unidireccional, sino un saludo pastoral breve cargado de pasión y convicción. Con un lenguaje claro, accesible y lleno de ilustraciones cotidianas, el pastor Aldo extendió la más cordial bienvenida, pero inmediatamente lanzó el desafío: «El mundo necesita la luz que es Cristo. Y tú, querido joven, puedes ser un portavoz». Subrayó que «I Will Go Light Up» no es un evento, sino un estilo de vida, una identidad.



El pastor Stanley Arco, con maestría, bajó la voz para crear intimidad en medio de la multitud, invitando a cada joven a cerrar los ojos y visualizar a «una sola persona» que necesite desesperadamente a Jesús. «En la matemática de Dios, uno más uno no es dos», proclamó, transformando la tarea misionera en un poder multiplicador al alcance de todos. «¡Ustedes no son la iglesia del mañana! ¡Son el poder de la iglesia de hoy!», exclamó, elevando la energía al máximo y dando la instrucción que definiría el momento: «¡Saca tu celular! ¡Necesito ver tu luz!». Miles de puntos de luz comenzaron a brillar en la oscuridad, un mar de pantallas iluminadas que simbolizaba el compromiso individual de cada joven para ser un portador de la luz de Cristo.



Uno de los momentos más simbólicos y visualmente espectaculares de la velada llegó con el acto ceremonial de «encender la ampolleta». Los pastores Dieter Bruns y Carlos Campitelli, con entusiasmo contagioso, invitaron a la audiencia a mantener en alto esos celulares brillantes. Luego, dieron paso a los pastores Elbert Kuhn y Bussi Khumalo para el acto central. Al conectar el simbólico encendedor, se produjo un efecto mágico: diferentes puntos de un mapamundi gigante en la pantalla comenzaron a encenderse sucesivamente, mientras un efecto de chispas de luz brotaba de la escenografía, creando la poderosa ilusión de que la chispa partía desde Chillán para expandirse por todo el globo. «¡Damos por inaugurado este I Will Go Light Up 2025!», proclamó con fuerza el pastor Aldo, sellando el momento con una oración de apertura que consagró el evento, sus participantes y sus objetivos a la misión divina.



Inolvidable fue la interpretación del Canto Lema por parte del Equipo de Alabanza, que ingresó al escenario mientras las luces del mapamundi seguían brillando y el auditorio permanecía iluminado por ese mar de luces digitales. Mientras la música ascendía, una sensación de unidad, propósito compartido y emoción contenida inundó el lugar.
Luego el mensaje del Pastor Stanley Arco, potente, profundo, intenso, acompañado con el canto lema. Continuando con la presentación de los voluntarios chilenos que irán al mundo a predicar el evangelio y finalizando el evento con la interpretación de Cuartetocross, nuevamente el recordatorio de las delegaciones y algunas recomendaciones para los asistentes a este evento.



Los presentes al abandonar el recinto, no con la premura de quien concluye un acto, sino con la calma de quien ha participado en algo significativo, conversando en grupos, hacían planes para las reuniones de los siguientes días con la mirada puesta en el futuro inmediato, un futuro que ahora se vislumbra más brillante.
Sin duda, la apertura de «I Will Go Light Up 2025» en la Universidad Adventista de Chile no fue solo un protocolo de inicio; fue la chispa que encendió la llama de la expectación y el compromiso. Fue una fusión perfecta de tecnología, simbolismo y Espíritu, prometiendo unos días de intenso aprendizaje, espiritualidad y planeamiento estratégico para la misión. El escenario está listo, y Chillán se convierte, por estos días, en el epicentro de un movimiento, en un faro de esperanza y servicio cuyo resplandor pretende llegar a los confines de la Tierra.









